julio 23, 2013

Alemania: Las dos caras de Berlín

Cuando se viaja por el norte de Europa se escucha hablar de lo fríos y cuadriculados que pueden llegar a ser las personas allá. Antes de llegar a Berlín tenía la idea de encontrarme ese tipo de personas en cada esquina por lo que pensé que sería difícil mi estadía allá. Que equivocado estaba.


Nada mejor que llegar a la ciudad a las 3 de la mañana, dormir unas horas en la terminal y hacer una caminata de 7 horas con un morral de 17 kilogramos desde el centro hasta el lado Este. Dormir en la terminal de Berlín puede ser perjudicial porque da la idea de que todas las terminales de Europa son seguras, limpias y perfectos lugares para dormir gratis. Luego me di cuenta que no era así.


A eso de las 6:30 am empecé caminar por la ciudad. Un poco desorientado, busqué una conexión a internet y tracé una ruta de 7 kilómetros al lugar donde me encontraría con mi amiga. En el centro de Berlín (lado oeste) se encuentran las grandes obras arquitectónicas de la ciudad como: la catedral, museo de Pérgamo, Reichstag Dom y la puerta de Brandenburgo entre muchoas más. Es increíble lo bien cuidado y el constante mantenimiento que se le hace a este lado de la ciudad. 

Luego de varias horas de caminata, se me acercó una niña que supuestamente era sordomuda. Como  siempre, saludé, sonreí y cuando estaba leyendo la hoja de firmas con la que me pedía dinero sentí como mi billetera estaba siendo robada (por suerte la tenía amarrada a la mochila), la niña me vió y descaradamente me pidió más plata y luego me dijo algo en un idioma que no era alemán. En ese momento supe que era momento de seguir mi camino al este.


A medida que seguía al sol (como punto de referencia) veía como la ciudad se levantaba en altos edificios con catedrales y palacios antiguos, hasta que llegué a Alexander plaza. De un momento a otro la ciudad se volvió bohemia, los grafittis empezaron a aparecer y los edificios modernos se volvieron edificios de nos más de 6 pisos. Las muestras de arte se regaron por doquier y las muestras de moda milanesa que percibí a primeras horas de la mañana cambiaron por atuendos bizarros que las personas vestían de manera simple. Al principio cometí el error de sentir miedo porque es el efecto que puede generar algo de caos, sin embargo a medida que avanzaba me daba cuenta de que estaba llegando a un Berlín relajado que simplemente quería vivir tranquilo.

Luego de encontrarme con Ariane y Allan ( mis anfitriones) me di cuenta que había hecho gran parte del recorrido que haría un turista medio, ¿y ahora que haré en los 4 días que me quedan acá? Mis nuevos amigos empezaron a sugerirme una cantidad de planes que no estaban en mi guía (la verdad mi guía era una hoja que tomé el día que llegué en la terminal) y que me revelarían el Berlín que estaba buscando.


Aunque ya ha pasado tiempo, y los cambios se ven en toda la ciudad, los planes que quería hacer tomaban dos corrientes: una al Este y otra al Oeste. El Este me recibió con un muro pintado por artistas de la zona donde encontré una clara oposición a la época de la división de la ciudad. La música de los jóvenes que reunían unas monedas para la fiesta, adornó mi andar por la calle del este. Un parque con decenas de alemanes fue el lugar que me acogió mientras miraba el atardecer, que junto a un plato de salchichas con papas fritas, me dieron una pequeña visión de lo que el Este es: la Berlín que se cansó de los problemas. 


Identificar el Oeste es fácil cuando se toma un tren en el otro lado de la ciudad y al salir se enfrenta otro mundo. En este mundo los grandes edificios y almacenes de marca generan un ambiente consumista donde lucir bien parece ser la moda. En este mundo se perciben las marcas que los alemanes exportan al mundo y por lo que son conocidos. En este mundo la historia juega un papel importante dado que sus imponentes palacios nos muestran todo lo que aconteció antes del intenso siglo XX. No es casualidad que este lado de Berlín sea futurista si se tiene en cuenta que es un lugar que fue destruido en una gran proporción por la constante revolución política que allí se dió.

Aunque mi recorrido por la ciudad se caracterizaba por el contraste de los dos lados, al detallar más a fondo la vida de las personas me di cuenta de lo obvio, no son tan diferentes.  


Los alemanes de esta ciudad son educados desde pequeños para aceptar que su pasado no fue el mejor y por lo tanto debe ser cambiado por ellos. Sea del Este o del Oeste, las personas sienten orgullo por su futuro más no por su pasado. Son personas que encuentran un gusto por explorar cada partícula de la vida y mejorarla. Saben que la destrucción del pasado les dió una oportunidad para reconstruir un mejor futuro y eso es lo que hacen.

La historia de las guerras mundiales, periodo entre guerras y la era de Hitler están por doquier. Son lugares de acceso libre al público y si se quiere entender el porque de la actitud de los alemanes, es bueno dedicarle tiempo a su conocimiento. Sin embargo es importante hablar con algunos de las personas locales para darse cuenta del tipo de personas que realmente son.


Decir que son fríos es sólo un cliché. Su apariencia es simplemente herencia de su difícil historia. Comparten el gusto por las diferentes muestras culturales generadas por la migración que es aceptada fraternalmente. Cuando se pregunta sobre las cosas típicas a hacer, es irónico pero admirable escuchar que comer comida de Turca o India ha sido aceptado en sus raices, algo que hace algunas décadas era imposible pensar. La fiesta electrónica que usualmente empieza en la madrugada de un día cualquiera y por supuesto, el gusto por las salchichas que se encuentran en toda la ciudad, complementan esas cosas que se debe hacer en Berlín.


Aunque darse cuenta de la realidad que se esconde detrás de aquellos rostros serios fue importante, hay algo más importante que enseña la ciudad: A veces la vida se muestra gris, nuestra libertad se ve limitada por líderes que nos guían hacia el caos y sentimos que no podemos hacer nada. Sin embargo la vida siempre nos da segundas oportunidades para generar cambio y es en ese momento donde realmente podemos demostrar que no existen barreras de pensamiento, demostramos que de la nada se crean grandes cosas y más importante, demostramos que no existen limitaciones a la libertad.

Hoy finalizan casi tres semanas por cuatro capitales del norte de Europa. Es momento de viajar tres semanas más por el país del gelatto y la pasta.

A mi me sirvió:

1. Averiguar sobre los lugares turísticos de Berlín. Ellos quieren que el mundo se entere de su pasado más que cualquier otro país.
2. Al ser una ciudad multicultural, si se quiere conocer sobre la comida alemana es bueno comer en la calle.
3. Ir de fiesta con un nativo de la ciudad. El explicará cada detalle.



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