agosto 14, 2013

1000 rostros, una sonrisa

Antes de empezar a viajar pensaba en la suerte que tendría de conocer tantos lugares vistos en revistas, televisión, películas y en las fotos de algunos compañeros, pero ¿saben algo? Creo que día a día me doy cuenta que prefiero las personas más que los lugares.

Son las 11:23 del 9 de agosto y mientras espero mi vuelo a Delhi vi las fotos del viajes y veo que los lugares que más disfrute fueron aquellos donde encontré personas increíbles.


Colombia es pasión 


La pasión que ponemos en cada cosa nos hace vivir con intensidad. No somos los mejores pero siempre estamos dispuestos a resolver los problemas, problemas que siempre han existido y lo que nos ha obligado a disfrutar la vida desde lo simple a lo más complicado.

Amamos, reímos y soñamos con fuerza. Porque eso identifica al colombiano, no es la salsa, no son los paisajes, tampoco sus mujeres y mucho menos las drogas. Lo que nos identifica es la sonrisa eterna que a veces es heredada de nuestros padres o es enseñada por nuestros tíos, y que nos da la habilidad de transmitir felicidad a donde vamos. 

El glamour de los parisinos


Lo percibes desde que llegas. Las personas emanan esa delicadeza para cuidar cada detalle sin caer en complicaciones. Para los que no somos de allá es difícil entender lo que tienen los parisinos mientras que para ellos es algo natural. Hasta los animales guardan ese toque al caminar o al escapar de una jaula. Realmente lo hacen con estilo.

Sólo ellos son capaces de hacer cenas de último minuto o fiestas de ultima hora dejando a los invitados impactados por la mezcla de colores y sabores que viajan a nuestros sentidos.

Todos son amigos en Bélgica 


Llegar a un lugar del que no se sabe nada y quedar impactado sólo es posible si se goza de amigos alrededor. A veces fallamos con algunos, a veces creamos estrechas relaciones con otros y algunas tantas los olvidamos por completo. A pesar de todo cuando te encuentras con ellos en  un lugar  como Bruselas puedes dar por hecho que todo convergerá a una cosa: admiración por el otro.

Caminar por una ciudad colonial o ir de fiesta, no importa el ambiente en el que se esté, siempre se coseguiran amigos que extrañamente crees conocer de toda la vida.

    Descubre una cara de Amsterdam y la otra te la enseñan ellos


Si hubiera sabido que los holandeses serían tan amables hubiera planeado estar más días. El contraste de sus rostros serios con la iintensidad de su espirito es abismal. A veces juzgamos por el exterior y en este caso el interior de sus personas hace que quieras descubrir la ciudad. 

Se puede compartir un café, una cerveza o una oración: ellos mostrarán la forma correcta de disfrutarlo a sus invitados. La fuerza de su espíritu sin duda hace que quieras decir "hasta luego" y no "adiós".

Berlín, simplemente chilling


¿Quien dijo que el cerebro de un alemán era cuadriculado? Si, fui yo. Ahora se que hay una gran diferencia entre una cuadricula y una estructura, esta segunda es la que esta en la cabeza de los alemanes. 

Pueden disfrutar de una fiesta cualquier día sin olvidar sus obligaciones. Pueden convertir una cena de uno para tres y porque no para cuatro. El rostro de algunos da miedo pero este desaparece cuando lo escuchas reír porque de seguro tienen una risa única, auténtica y sincera. Sin duda los alemanes son los mejores.

¿Para qué el italiano si te enseñan a hablar con las manos?

No es mito. Vi italianos tener conversaciones de 60 segundos sin decir una palabra. Aunque se ve más en el sur, todos lo saben hacer y lo mejor de todo es que les explicarán a todo aquel que asombrado pregunte el "que, como y porque" de su habilidad.


Nada como el reencuentro con viejas amigas cuyas últimas palabras en Colombia habían sido "hasta luego". Creo que de ellas aprendí el poder que tienen ese par de palabras. Lo primero que sentí cuando me recogían en algún lugar de su ciudad a mi llegada era lo mismo que sentí cuando las vi por última vez en Colombia. Se que es raro pero el tiempo no pasó, simplemente fue una continuación de aquella conversación que tuvimos hace algún tiempo, tal vez es el poder que tienen algunas personas para quedarse en el espíritu de aquellos que las consideran sus amigos.



Aquellos que no hablan con sus manos, simplemente ríen y ríen y cuando no tienen más herramientas para cautivarnos, vuelven a reír. Son personas que conoces por media hora y piensas que has hablado con ellas por 1800 segundos, el tiempo se expande y rápidamente cuentas historias de tu niñez y de tus amoríos. Tal vez sea porque muchas de esas personas comparten tus sueños o porque muchas admiran  tus decisiones, cosa que aún no entiendo.

Los suizos si tienen sentimientos

No son fríos, guardan su calidez para momentos especiales. No son aburridos, hacen fiesta sin que otros se den cuenta. No son ricos, sólo saben administrar su dinero. No son Roger Federer, son personas común y corriente que ni les interesa el tenis.


Sienten orgullo por lo básico: vacas, chocolate y comida empaquetada. Sienten desprecio por las ideas mal fundamentadas que tienen de ellos. Son personas como cualquier otras pero con un pasaporte algo llamativo; sienten, ríen, bailan y prenden juegos artificiales. Son los mejores en cada cosa que se proponen, aunque pocas veces les gusta que se los digan. 


 

Alguna vez dije que el mundo da tantas vueltas que es imposible no reencontrarse con alguien en alguna de ellas. Y ¿que pasa cuando eso pasa? Simplemente ríes. Luego te vuelves un fotógrafo profesional, piensas que eres el mejor chef del mundo y tu creatividad se desborda y al final, vuelves a reír. Y cuando llega el momento de la despedida, no hay tristeza porque sabes harás lo imposible por reencontrarte con ese alguien.

Aunque de la mayoría de personas que me reencontré y conocí en estos 45 días por Europa tengo fotos, de otras fue imposible encontrar el tiempo para tomar una representación de los momentos vividos.

Al final solo puedo dar las gracias porque todos me ayudaron a aprender algo de su cultura por medio de historias, comidas, fiestas y todos aquellos momentos que tuvieron un sello especial.

Y una cosa más "hasta luego, el mundo da tantas vueltas que seguramente nos reencontraremos en alguna de ellas".

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