febrero 18, 2014

Bitácora de un viajero #11 (un viaje sin vuelta)




Si hay algo que he aprendido en esta etapa de mi vida en la que decidí emprender un viaje sin fronteras es que dentro del viaje existen diferentes etapas.


Al principio pasé por la etapa de la sorpresa por los lugares que conocía. Pisar y mirar escenas que hasta el momento estaban en fotos y vídeos me hacia sentir en un sueño, un sueño en el que cada día me preguntaba si era posible estar allí o sólo tendría que esperar cuatro segundos para despertar en mi casa e ir al trabajo.

Una vez se asimila el viaje, una vez se asimila que el tiempo sobra, el sueño se desvanece y empieza la realidad del viajero. La realidad te muestra que hay que aprender ciertas habilidades que disminuirán el stress del día a día, habilidades como la comunicación sin palabras, ubicación sin mapas o transportarse sin ruedas se descubren en las primeras semanas y se mejoran con el paso del tiempo.

Luego de un tiempo creemos que somos semi-dioses. Que aunque somos mortales como el resto de la humanidad, tenemos un don que nos hace sobrevivir en lugares inexplorados y aprender de culturas nunca antes conocidas por nosotros. La información deja de ser tomada de libros y empieza a ser absorbida por hosmosis (eso creemos).

Sin embargo hay un momento del viaje en el que el ego del viajero es atacado, la enfermedad, la pérdida de un ser querido o la soledad nos recuerda que no somos intocables. A veces se quiere volver o simplemente hacer un stop en el camino. Luego de unos minutos, una bocanada de aire y levantar la quijada (no tan alto), se sigue el camino.

Hay un momento en el que se empieza a sentir la presión por volver. Un ticket de retorno aparece y recuerda que es momento de volver a la realidad que se dejó atrás. Pero un momento, viajar te hace descubrir el motivo mismo por el que se está haciendo, no es escapar de la realidad, simplemente es modificarla. Así qué es posible modificar la decisión, modificar el ticket y modificar la realidad.

El día en el que decidí viajar sin un ticket de vuelta, empezó una nueva etapa de mi viaje, la etapa en el que empecé a ser dueño de mi tiempo. 

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