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septiembre 24, 2013

India: Si esto es la India, ¿Donde están las vacas?


Tengo que aceptarlo, este viaje es una farsa. He conocido a viajeros que se han preparado durante décadas para absorber lo mejor de la India. Personas que conocen lo que es un Panner (queso) y un Chai (te) porque saben que tendrán que comerlo para tener fuerzas para tomar el bus o el rickshaw que los lleve al templo más cercano a adorar a uno de los mil dioses que allí existen. También conocí a algunos que ya caminan descalzos y usan ropas para practicar yoga o porque no, para cubrirse como muestra de respeto al entrar a las sinagogas.

Definitivamente soy una farsa. Lo único que sabía era que Slumdog Millionare ganó un Óscar a mejor película extranjera hace unos años, que la gente comía picante y lo mejor de todo, ¡que habían vacas en las calles! 


La experiencia Sikh



Pues si señores, esta farsa de hombre con su farsa de viaje estaba llegando a Amritsar, luego de un viaje en tren de 12 horas desde Delhi. Esta farsa de viajero, que empezó su preparación para ir a la India en Europa, no tenía idea de como comportarse en un lugar reinado por los Sikhs, aquella religion que se caracteriza por la fidelidad, auto control, pureza y el servicio al hombre. A través de símbolos (las 5 k's), los Sikhs recuerdan el respeto al hombre, a Dios, a su familia y comunidad. 

Mi compañera de viaje estaba preocupada por el tren que tomaríamos mientras que Alberto (un español que conocimos en el tren) se preocupaba por lo que comeríamos. ¿Y yo? Pues si, yo tenía una preocupación más grande: habían pasado 48 horas de la India y no había visto la primera vaca, luego aparecerá.


La verdad es que el Golden Temple fue una experiencia increíble. Abrir los ojos en la oscuridad de un cuarto de hotel y escuchar los rezos a lo lejos de un hombre en una lengua que no se conoce no tiene precio alguno así como no tiene precio la paz que da llegar al templo y ver el fervor que los creyentes ponen en cada plegaria. Ningún turista sabe que se dice, pero los colores que se ven en el reflejo de la magnífica alberca en el centro del templo invitan a cerrar los ojos y escuchar más allá de las palabras. Es el comienzo perfecto para la India. Sin embargo, han pasado 72 horas y ¿que pasó con las vacas?

Esto no es India

Ya estábamos en Mac Leod Ganj, luego de un viaje de unas 7 horas en un bus que en cada curva me hacia añorar a los conductores de bus que tanto insulté en mi país por su forma ordinaria de manejar. 


¿Será que debo leer un poco más? En el lugar habían más personas con aspecto nepali que indio. Los restaurantes vendían platos donde el tofu y las sopas de noddles eran los protagonistas. Y extrañamente, después de 96 horas en la India, no habían señales de vida de las vacas que tanto anhelaba.

El lugar en el que estaba era la casa del Dalai Lhama, que luego de huir del Tíbet, encontró refugio en esta pequeña montaña. Debo decir que ir a su lugar de meditación y conocer la historia del Tíbet ha sido de las mejores experiencias de mi vida. Es una mezcla agridulce donde el sufrimiento del pasado y la esperanza del futuro puede confundir a sus visitantes. Sin embargo a mi me dio esperanza porque no hay nada más certero que el ejemplo y no hay mejor ejemplo que el de una cultura, como la tibetana, que está en una constante lucha por la libertad.


Y allí estaban. Cuatro vacas estaban paradas a las afueras de la casa del Dalai comiendo basura mientras esta farsa de viajero encontraba esa imagen que tanto había anhelado, sin embargo tan pronto como empezó a llover las vacas salieron corriendo y no las volví a ver. La lluvia, el frío y la admiración de indios que querian tomarse fotos conmigo creyendo que era un actor de Bollywodd, no me espantaban de las montañas que me mostraban esa India agradable que nunca había imaginado: realmente no tenía idea de lo que era ese país.

¿La meca del yoga o de las "Mini vacas"?

Después de 2 meses de hacer yoga en Colombia, ya estaba listo para asumir el reto en Rishikesh. Y es que cuando se llega a este lugar, donde la relación "oferta de clases de yoga / metro cuadrado" es mayor  a 3, se sabe que "hay que ponerse el chingue y lanzarse al agua" (arriesgarse). 


En realidad no fue tan difícil, aunque la verdad es que me di cuenta de que la inelasticidad de la demanda que estudie en la universidad se habia trasladado a mis extremidades. Al momento de meditar debo decir que fui un hit: cerrar los ojos, hacer el sonido infinito del OM y buscar el "tercer ojo". Eso de buscar el tercer ojo me parecía extraño porque pensé que ya sabia donde estaba, si embargo los indios lo tienen en la frente por lo queme costo un poco encontrarlo.


Pero bueno, ya estaba tomando clases de yoga, meditando al lado del río Ganges, durmiendo en un Ashran y comiendo comida vegetariana. Los días de stress en el mercado financiero habían acabado. Las horas que pasé mirando televisión ya eran parte del pasado. Y la carne que tanto comí ya solo la podría adorar, por cierto ¿dónde carajos están las vacas? Inmediatamente dejé mis pantalones de yogui, crucé los maravillosos puentes que atraviesan el río y luego de ver docenas de monos correr hacia la ciudad, pisé algo que hizo "muuu": debajo de mis pies había una vaca.


Al viajar me he vuelto más sensible a todo tipo de eventos, y ver una vaca que apenas pasaba mi cintura era algo que no podía escapar de mi percepción. A muchos les pregunté sobre que pensaban de aquellas "vaquitas" que corrían en busca de "basurita" que comer y me decían que ni lo habían notado. Dado que sólo conocía las vacas, como símbolo de lo que era la India, lo noté al instante. 


De hecho, le pedí a las mil esculturas que estaban en los templos de Rishikesh que me mostrara el camino para ver esa India que me habían mostrado los canales y revistas en el pasado, esa India que hasta el momento había sido totalmente diferente: tranquila, amable, acogedora y claro, con vacas del tamaño de un pony.

Al qué quiere caldo, se le dan dos tasas

Eran las 3 am y estaba discutiendo con mi compañera de viaje en la estación de buses de Agra porque yo quería esperar al amanecer para ir en busca de un hotel en vez de tomar un taxi y pagar al primer postor. Y es que cuando se quiere viajar por un año, cada centavo vale (en realidad pensaba lo mismo sin tener la idea de viajar). Finalmente yo gané la discusión y estuvimos tomando Chai (te) y viendo películas piratas por 3 horas.


Camino al Taj Mahal empecé a ver vacas por doquier, no esas mini vacas de Rishikesh, ni las 4 vacas mojadas de Mc Leod Ganj. Eran vacas comunes y corrientes que comían basura en cada esquina y que cruzaban las calles sin importar lo que pasaba a su alrededor. En realidad ver la pasividad de una vaca es admirable porque saben como disfrutar su posición ganadora y sacarle todo el provecho. La vaca India es capaz de olvidar que a su aldedor hay ruido, smog y autos. Encuentran su "yo interior" y se concentran en la búsqueda del tercer ojo, ese que yo traté de buscar en mis días de meditación.


Luego de atravesar las últimas 5 vacas ya estaba en la entrada del Taj. Se siente eso que sentí al ver la torre Eiffel, el coliseo Romano y hace unos meses Machu Picchu: se sabe que es importante y por lo tanto se sorprende pero faltaba algo. Y ese algo lo encontré en las calles de Agra.


De camino al sorprenderte Agra Fort hice una parada en el Bazzar o mercado. Un mar de personas que corrían por las calles abarrotadas de tiendas, donde se encontraba desde un cepillo de dientes hasta las mejores telas. Los olores de la comida callejera se mezclaban con los de las personas que habrían caminado al menos un par de horas bajo el intenso sol que allí hacia. Las vacas se estrellaban contra los motocarros que no dejaban de pitar. 


 Y en el centro de todo, estaba yo, la persona que viajó sin ningún plan a esa selva de concreto admirando lo que pasaba a mi alrededor: estaba en la India que me habían prometido.

En sólo dos semanas me di cuenta que me había dejado engañar por lo que me habían mostrado de la India. No eran vacas y basura, sino un lugar para desarrollar los sentidos por medio de la meditación en un templo, yoga, variedad de currys, bocinas de los autos y el olor de la gente. Me di cuenta que esta podría ser la mejor farsa toda mi vida porque el viajero se crea con una decisión pero se desarrolla con cada paso. 

Es momento de dejar el norte y porque no, tomar un vuelo al extremo sur, donde la farsa de viaje en el que me metí se seguirá convirtiendo en una realidad que ira mas allá de la búsqueda de una vaca.

3 comentarios:

  1. Que historias!!! Pero lo mejor es la fecha en la que escribiste esto...es un día santo...un día hermoso...lleno de luz!!!! que buen día para escribir y dejar plasmado tu experiencia y tus amores y odios por las vacas indias....jajajajaaja!!!!! Mentira....jajajajaja
    Hablando en serio.....estas nuevas experiencias no solo te las da el viaje, sino las personas que vas conociendo en el camino....que bueno que tuviste la oportunidad de conocer otra cara de un país como la India!!!
    Un abrazo grande!!!

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  2. Gracias por seguir esta historia que se construye con cada día de charla, de caminata o simplemente de reflexión. No niego que a veces es difícil, pero los que me conocen saben que me gustan los retos ;)

    Espero que siga llenando tus expectativas :)

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  3. Me estoy antojando de volverme un viajero

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